Que Buena pregunta: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”
Haz de cuenta que El Señor no contesta la pregunta directamente. No comenta en muchos ni pocos quienes serán a salvo. Solo nos explica que los quienes serian salvado, no necesariamente serán los quienes nosotros pensamos. Si nosotros vamos estar juzgando, quizás ninguna de nuestras selecciones se van a salvar, ni a nosotros mismos. Como dijo Jesús, “… en el banquete del Reino de Dios,… pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos.” No vamos a confundir cuantos serán a salvo, sino como Dios nos va a juzgar.
Dice Jesús, “Esfuércense en entrar por la puerta que es angosta, pues yo les aseguro que muchos trataran de entrar y no podrán.”
¡Que va ver un juzgado final, es cierto! A algunos de nosotros El Señor nos va decir, “¡Bienvenidos al Reino!”. A otros de nosotros nos va decir, “No se quienes son ustedes … , apártense de mi todos ustedes los que hacen el mal.” En este juicio final, Jesús nos dice claro que algunos van a quedarse afuera del Reino, llorando y pidiendo admisión, pero las puertas serán cerradas ya eternamente.
Cuando Jesús dice “esfuércense”, es decir que tengan buena disciplina, buenos hábitos. Que se controlan en sus hábitos e acciones. La “puerta angosta” es la puerta para los quienes han vivido su vida con buenos hábitos, como por ejemplo, los quienes se esforzaban a si mismos en su disciplina de seguir fielmente los mandamientos de Dios, y servir con amor a su próximo.
Uno de los peligros mas feos hoy en día es la indiferencia, o sea, los quienes no tienen valores y hábitos fuertes, sino simplemente participan en todo a su alrededor, o lo que es popular. Cuando Jesús nos dice “esfuércense por la puerta angosta” esta diciendo que debemos tener disciplina en nuestras vidas. Nuestro Dios nos disciplina a sus hijos queridos para nuestro bien. Los padres de familia saben que deben imponer la buena disciplina en la vida de sus hijos. Dijo San Pablo, “Es cierto que de momento ninguna corrección no causa alegría, sino mas bien tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y de santidad.”
Esta semana comienzan las clases en las escuelas. Los muchachos van a entrar nuevamente en disciplina que viene con el ano escolar.
No todos los muchachos van a tener buena disciplina o buenos ejemplos. Y no toda disciplina cualquier es correcto. El muchacho muchas veces entienda cual es buena disciplina y cual no es buena. Dar disciplina como padres requiere pensamiento, oración y perseverancia. La mejor disciplina, lo mas genuina, es una disciplina visible en la vida de los padres. Si los padres no tienen buena disciplina, por ejemplo en su dieta, o como se cuidan o como comunican, ¿como podemos esperar que los hijos van a aprender de ellos?
Hay un cuento del famoso “Mahatma Ghandi”, padre y libertador de India, quien se hizo famoso por su ejemplo de no practicar la violencia. Según el cuento, una madre le acerco pidiendo consejos. Ella pregunto al maestro, “¿Que hago con mi hijo? Es incontrolable. No lo puedo disciplinar.”
Ghandi pensaba unos momentos, y respondió, “Regresen en un mes, por favor.”
Al terminar el mes la madre regreso a Ghandi para la respuesta de cómo controlar mejor su hijo. Ghandi le explico a la madre, “Hazle una dieta sin azúcar.” Recuerden que cuando los niños tomen demasiado azúcar en vez de ser dulces nos volvemos indisciplinados.
Pero, a la mujer le pareció curioso, y le preguntaba, “Señor, ¿porque no me dijo esto hace un mes?” Ghandi le respondió, “Pues, porque yo todavía estaba tomando azúcar, y no te podia dar el ejemplo.”
Ya su disciplina vino de experiencia propia. Era genuina, creíble. Pobre muchachos quienes van a volver a la escuela esta semana quienes no tienen disciplina, y no tienen quienes los van a disciplinar; adultos, buenos modelos de disciplina sincero. Bendito los muchachos quienes tienen padres y adultos de buena disciplina propia y quienes son buenos modelos.
Todos sabemos que vamos a encontrar pruebas durante todo la vida, hasta la última prueba de Salvación, cuando Dios nos va examinar y juzgar nuestras vidas para admisión al Cielo. La puerta angosta existe en toda la vida, en la escuela, en el trabajo, en nuestros matrimonios e amistades. Es vivir con debida disciplina. ¿Como lo vamos aprender si no lo recibimos de nuestros padres? ¿Y enseñarlo honestamente con nuestros propios ejemplos a nuestros jóvenes?
Lucas 13:22-30