¿Usted sabe cómo se siente la conversión? Es muy parecido a cuando uno se enamora. Usted es cambiado. Lo que antes le importaba, ahora no importa más. El amor genuino cambia todo. Pregúntele al “Hijo Prodigo”. Hay vergüenza envuelta junto a la conversión. Ve las cosas con una luz muy diferente y las cosas nunca volverán a ser las mismas. Con la conversión del corazón, el amor nos hace buscar la reconciliación de nuestra vergüenza. Podemos estar muy arrepentidos en el amor, y aceptar cualquier penitencia que sea necesaria.
¿Usted sabe cómo se siente la conversión? Pregúntele al San Pablo. Pablo fue complicito en la persecución de varios mártires en la primera generación de la iglesia. Pablo dice de si mismo,
“… antes fui blasfemo y perseguí a la iglesia con violencia….”
Pablo escribe hoy a Timoteo, explicándole sobre su conversión,
“La gracia de nuestro Señor se desbordo sobre mi al darme la fe y el amor que provienen de Cristo Jesús… Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero Cristo Jesús me perdono…, para obtener la vida eterna.” 1Tim 1:12-17
Nuestro orgullo trabaja en contra de la conversión del corazón. El orgulloso resiste la vergüenza y la conversión, y así resiste y atrasa al amor. El orgulloso resiste ir a la Confesión. El orgulloso resiste la reconciliación con Dios y otros.
La conversión del corazón nos dirige a la humildad. La primera bienaventuranza de Jesús es:
“Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece”. (Mateo 5:3).
Quizás nos hemos perdido sin habernos dado cuenta cómo. Dios es el amo de casa que gira la casa al revés hasta que nos encuentra, como la mujer que perdió una moneda. Quizás nos alejamos tanto que después no encontramos el camino de regreso a casa con Dios. Dios es el pastor que deja a las noventa y nueve para ir a encontrar a la oveja perdida. O quizás nos dejamos arrastrar por el pecado, como el Hijo Prodigo. La conversión sucede cuando nosotros nos permitimos sentir vergüenza por estar lejos de Él, y nos damos la oportunidad de enamorarnos nuevamente.
La parábola del Hijo Prodigo nos presenta una oportunidad de considerar otra vez los Siete Pecados Capitales, especialmente el pecado de la Gula.
El obstáculo al amor, y a la conversión a Dios es el pecado.
La Gula es un obstáculo a la vida eterna. La gula se define como un deseo desordenado de comer y de beber. Una manera como se manifiesta la gula es en tomar mas de lo necesario. San Isidoro decía, “La persona glotona se sobrepasa en que, cuando, como y cuanto come y bebe”. Estamos hablando de sobre pasar: mas de lo necesario, mas de lo que necesitamos.
La Gula puede hacernos ciego. Con la Gula podemos confundir necesidad con deseo.
¿Qué es la borrachera o el alcoholismo si no es la gula? ¿Que es la obesidad si no es la gula?
Es obvio que el pecado mas serio en la vida del “Hijo Prodigo” fue la Gula. También la lujuria, pero, este pecado vamos a tratar en otro oportunidad. Jesús explico que,
“… el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrocho su fortuna, viviendo de una manera disoluta.”
Malgasto su fortuna. Despilfarro sus bienes con malas mujeres. Se dejo llevarse a la ruina sus deseos no controlados, desordenados.
Ahora, tenemos que recordar que todos tenemos apetitos naturales. Dios nos creo con nuestros apetitos y deseos. Los necesitamos, especialmente a comer y beber para sobrevivir. No hay ningún pecado ni en el hambre ni en la sed. Jesús comió y bebió. Jesús tenia hambre y sed.
Pero, tenemos que aprender la diferencia entre necesidad y deseo. Necesidad… Deseo … Necesidad … Deseo….
Son diferentes. Mientras maduramos debemos reconocer la diferencia. Tenemos que satisfacer nuestras necesidades. Eso es voluntad de Dios. No tenemos que satisfacer a todos nuestros deseos. Sino tenemos que aprender como controlarlos, y distinguir entre deseo y necesidad. Cuando no controlamos nuestros deseos, nuestra gula, es difícil amar y a convertir en nuestros corazones.
La disciplina. Auto-disciplina es el buen habito que aprendemos para controlarnos. Auto-disciplina se utiliza para controlar nuestros hábitos como cuando nos entrenamos al baño. Los papas se esfuerzan por años con cada niño para ayudarles aprender como controlarse. También el apetito requiere aquella disciplina de auto-control para comer solamente tres veces al día y no todo el tiempo. Sin disciplina, la carne siempre dice en nosotros, “Lo quiero lo que quiero cuando lo quiero y cuanto lo quiero.” Si no nos enseñamos a controlar nuestros deseos se hacen desordenados, y la resulta es caos, y monstros. Miren a un niño no disciplinado. Se convierten en monstros en sus deseos no ordenados. Los glotones son ciegos a los demás, egoístas, pero prisioneros de sus propios deseos. No pueden crecer y madurar sin aprender la auto-disciplina, la moderación. Los glotones no pueden ser generosos o amar. Son ciegos a las necesidades de los demás.
¿Como debemos controlar el pecado capital de la gula? La solución a la gula es la virtud de la temperancia. Virtudes son buenos hábitos. Hábitos aprendemos solamente con practica y esfuerzo. Se trata de la libertad. Ayunos y abstinencia usamos para aprender la temperancia y nuestra libertad; libres para amar otra vez. Virtudes también son dones de Dios. Debemos rezar a Dios para crecer en virtud. Los pecados capitales son serios, difíciles, mortales. El hijo prodigo, antes de su conversión, en su gula, no pudo amar a su padre. Después de su hambre y su conversión volvió al padre muy arrepentido, muy humilde.
En la parábola, el padre, para Jesús un símbolo de nuestro Padre en el Cielo, estaba esperando y buscando el regreso de su hijo. El padre había pensado que su hijo estaba como muerto. Y así fue hasta su conversión.
Que sorpresa para el hijo prodigo cuando su padre lo recibió en amor, con abrazos de amor, listo a reinstalarlo a la familia. El hijo prodigo no solo fue recibido, sino perdonado por sus pecados. Es así que Dios nos espera volver de nuestros pecados, y decir de nosotros,
“Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado.”
Estaba muerto por el pecado capital. Hizo su conversión, busco reconciliación e encontró el amor del Padre.