Los Siete Pecados Capitales-La Ira
Desde que llegué a la parroquia, tenía el deseo de hablarles sobre un tema importante para cada uno de nosotros. Se trata del pecado. O específicamente, se trata del Pecado Capital. Rara vez hoy en día hablamos del tema, pero es importante para nuestra salvación. En las semanas que vienen vamos a revisar uno por uno los siete pecados capitales. La iglesia ha contemplado los pecados capitales o mortales desde el tiempo de San Pablo.
El pecado, en términos sencillos, no es nada mas que un acto malo. Pero el pecado es siempre una decisión personal. El pecado nos separa de nuestro Dios, por nuestra decisión. El pecado mortal es fatal, nos mata por que nos separa de Dios. No hay vida eterna aparte de nuestro Dios. Solo hay vida eterna con Dios. El pecado mortal, capital nos separa de nuestro destino: El cielo y nuestra salvación. El pecado capital nos lleva al pecado mortal.
Los siete pecados capitales son pecados mortales simplemente por que son orígenes de pecados. Si están cometiendo pecados capitales, estamos haciendo no uno, sino una serie de pecados que siguen del origen, y nos separan de Dios. Por eso son mortales, cuando perdemos la Vida Eterna.
Los siete pecados capitales incluyen: El Orgullo, la Gula, la Avaricia, la Lujuria, la Pereza, la Envidia y la Ira o el Enojo. Estos son fuentes de otros pecados. Cada uno es decisión personal. Por ejemplo, si escogen el orgullo o la gula, entonces van a escoger mas pecados porque ya escogieron estos Pecados Capitales. Repito, son decisiones propias. Somos libres a escoger o no escoger estos pecados según las decisiones que todos hacemos.
Vamos a comenzar hoy con el Enojo, la Ira. Comenzamos con un ejemplo. Vamos imaginar cuando salen de la iglesia hoy, que un pájaro deja caer su sucio en su ropa fina del domingo. Normalmente, como la mayoría de la gente, cuando descubren el sucio de pájaro en su ropa van se sienten una emoción como el enojo. Nosotros no somos capaces de controlar lo que sentimos inmediatamente. Su primera reacción, su primer ira no es su culpa. Esto no es pecado. No hay pecado en emociones como la impaciencia o la ira. La Ira puede ser emoción o pecado. Comienza como emoción, pero todavía no es pecado.
Sin embargo, la posibilidad del pecado se presenta inmediatamente. La emoción es natural, un don de Dios. Ahora, vamos imaginar que casi inmediatamente después de que descubres el sucio del pájaro, comienzas a gritar maldiciones y quizás a tirar piedras al pobre pájaro. Eso es su decisión. Su primer enojo o impaciencia emocional no fue su culpa. Pero, las maldiciones y acciones fueron totalmente su decisión. Dios nos dio nuestras emociones. La emoción del enojo al principio no puede ser pecado. Pero su decisión a seguir su enojo y tomar mas pasos es totalmente suyo. El pecado requiere su decisión y acción, después de la emoción.
Si vamos a aprender que es el pecado, entonces tomen en cuenta que todos tenemos emociones, nuestra razón, y nuestra voluntad. Nunca es pecado un simple emoción.
Ahora, vamos considerar que alguien les bloquea su salida en el estacionamiento. El otro conductor pone su coche frente al suyo. ¿Qué estas sintiendo? ¿Impaciencia? ¿Emoción de enojo? No es pecado. Pero tu echas una maldición a ellos. Ahora estás actuando. Ten cuidado, porque estás comenzando a pecar.
Vamos a imaginar que su amado, o su pareja o su hermano le causa un delito. Sus sentimientos son don de Dios. Les dolió. Tu experimentas la emoción de frustración o de enojo. Esto no es pecado. Pero, ahora tu gritas al otro, o haces una reacción para causar un dolor a ellos. En este momento es tu decisión, tu acción. Era posible tomar otra acción o controlarse, pero tu escogiste la decisión de gritarles o mostrar tu ira. Eso ya es tu voluntad, tu decisión, tu pecado. En la emoción descontrolada comienza el pecado.
La vida moral se trata de decisiones que escogemos todos los días, no nuestras emociones.
En el evangelio de hoy, ¿que esta pasando con Marta? Una mujer, Marta, recibe al Señor Jesús en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».
¿Qué estaba pasando con Marta? ¿La ira? Se puso amarga con su hermana. Marta estaba haciendo un escándalo para controlar a María, su hermana. Marta esta preocupado también en lucir bien al Señor Jesús. Quizás Marta fue egoísta, quizás orgullosa.
¿Como respondió Jesús?
“Tranquila, Marta. Paz. Ponte tranquila.” Actualmente Jesús dijo,
“Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada»
María eligió estar con Jesús y escuchar su palabra. Jesús negó quitarla la experiencia, la mejor parte. Y puso a Marta en paz. O sea, en esta situación, la decisión de Jesús era escoger la paz y compartir la paz entre las hermanas.
Si vamos a imitar a Jesús tenemos que hacer lo mismo, dar la paz a los demás. Esto requiere controlar nuestras emociones.
La única persona quien puede separarnos de Dios somos nosotros mismos. No hay nada que podamos hacer para evitar la emoción de impaciencia o enojo. Pero, la próxima decisión es totalmente nuestra. Si nos permitimos a nuestra razón controlar a nuestras emociones, entonces estamos en control. En nuestros hijos hemos visto que ellos necesitan aprender a controlar sus emociones con su razón. Los primeros pasos de nuestra madurez es aprender como controlar nuestras emociones. Los niños aprenden controlar sus enojos por los ejemplos de sus padres. Controlar estas emociones es madurar. Dejar que nuestras emociones nos controlen es inmaduro, y abre la puerta al pecado.
San Pablo dijo,
“Si se enojan, no se dejen arrastrar al pecado ni permitan que la noche los sorprenda enojados….
Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad.” (Ef 4:26, 31)
Aprendan del Señor Jesús, la opción al enojo es la paz.
Lc 10:38-42