Un Niño ha nacido. El es “Emanuel”, “Dios entre nosotros”. El es Jesucristo, Hijo de David, Hijo de María, quien concibió a su Creador. El es Hijo de Dios. Jesús es Dios, Hijo del Padre. Eso es misterio. No lo vamos a entender, pero, es la Verdad.
Nuestro Salvador viene como un recién nacido. Sin embargo El no permanecerá como niño. El crecerá como cualquier ser humano debe crecer. El madurara físicamente, espiritualmente y emocionalmente como cualquier persona que madura desde la infancia hasta ser adulto.
Todos nos maduramos. Ninguno de nosotros quedamos como niños; y jóvenes adultos maduran a ser adultos mayores. Así es la vida, y continuamos creciendo siempre en conocimiento y sabiduría; y aun mas si estamos rezando y recibiendo a Dios en su palabra y en sus sacramentos.
Jesús es como nosotros, pero sin el pecado. Somos como El, destinados a compartir su Divinidad y Vida Eterna… si maduramos como El y con El.
Sabemos que estamos madurando como El, cuando somos obedientes a El. Podemos estar seguros de que tendremos la Vida Eterna si vivimos con el la vida sacramental de la Iglesia. Sus sacramentos dan Vida Eterna.
Cuando somos bautizados con su Bautismo, Confirmados con su Espíritu Santo, y cuando recibimos del altar su Cuerpo y su Sangre en la Santa Comunión, maduramos en nuestra fe y alma para ser mas como El.
Nadie de nosotros nació para permanecer inmaduro como un bebe o como niño, o como adolescentes. Todos nosotros nacimos y fuimos bautizados para vivir eternamente con El. Nuestra historia no es la historia secular, la historia del mundo que ensenan en las escuelas.
La historia popular y secular del mundo no puede conocer nuestra historia, porque no acepte ni al Padre ni a su Hijo, ni la importancia de nuestro bautismo. El mundo hace todo lo posible para ignorar nuestra historia de Salvación. El mundo nunca va a reconocer que estamos hechos en la semejanza de Dios, porque no admite a Dios. No estábamos creado para cumplir la historia del mundo secular, sino dar testimonio al mundo del Amor de Dios y sus promesas de Vida Eterna a sus fieles. Eso es nuestra historia. Eso es nuestro destino. Eso es la historia que debemos ensenar a nuestros hijos.
Esta temporada Navideña se extiende desde la Nochebuena hasta el 12 de Enero, el bautismo del Señor.
Los Fieles Cristianos bautizados crecemos y maduramos en la Fe y dejamos atrás nuestro infancia e inmadurez. Dejamos atrás la ignorancia y las tonterías de la juventud para crecer en la fe. Ser Cristiano implica que siempre estamos creciendo y madurando. Es nuestra vida en la fe conocer a El, recibir a El y ser mas y mas como El. Es nuestro deber ensenar la fe y nuestra historia de Salvación a nuestros hijos.
Nosotros maduramos al ser Cristianos adultos en la vida sacramental de la Iglesia por ser fieles a asistir a la misa cada domingo y cada día Santo de Obligación. Así es como nos preparamos para compartir la Divinidad de Jesús en la vida eterna.
Enero 1º es también un Día Santo de Obligación, por su madre, María, Madre de Dios. No falte a Misa en este día importante de celebración. María nos muestra el camino a su hijo.
Nuestro destino esta en el cielo con Jesús y María si participamos en sus sacramentos. Comenzamos con su nacimiento en Belén y nuestro bautismo. Y terminamos con el en su Muerte y Resurrección. Viajamos con El en nuestras vidas en los sacramentos. Demos gracias a Dios, Emmanuel, por venir entre nosotros.
Démosle la bienvenida a El en nuestras vidas y hogares y en nuestra parroquia.
¡Feliz Navidad!