Esto dice el Señor:
“Digan a los de corazón apocado:
‘¡Animo! No teman.
He aquí que su Dios, ….
…..
Con frecuencia los padres vienen a mi con su niño pequeño y me piden que ore por ese niño. Ellos me explican que el niño tiene miedo. Me dicen «Padre, mi nino esta asustado», o, «Padre, mi hijo tiene miedo.»
Yo recuerdo tener miedo cuando yo era niño. Yo estaba convencido de que vivia un monstruo debajo de mi cama o en el armario. A veces tenía pesadillas. Puedo recordar meterme en la cama con mis padres cuando yo no podía dormir porque tenía miedo. No es raro tener miedo de algo desconocido, o un susto sin nombre.
El problema es que estos sustos sin fundamento, sin nombre también puede conducir a la superstición. Posiblemente eso es cuando la gente comienza la búsqueda de remedios supersticiosos de sus miedos, incluyendo brujas, adivinos o pociones o incluso artículos religiosos, como si estos tuvieran poderes mágicos. ¡Esto no es nuestra fe! Algunos incluso toman galones de Agua Bendita para ayudarles con sustos en su casa. Estos son falsas comodidades. Hay algo mucho más poderoso: Nuestro Bautismo.
Tengo una sugerencia para estos padres. ¿Por qué no considerar estos momentos de sustos en nuestros hijos como buenas oportunidades para enseñarles a no temer? Enséñeles qué no tienen ninguna razón para tener miedo. Enséñeles acerca de su bautismo.
Esa es la verdadera evangelización. Ellos nunca olvidarán estas lecciónes.
Jesús siempre decía a la gente: «No tengan miedo» o «No teman», al igual que Dios le dijo al profeta Isaías. Él hizo milagros y echó fuera los demonios que nos muestre su poder sobre el mal. ¡No temas! Conozcan mejor su propio Bautismo.
Jesús mando a nosotros ser bautizados con el fin de vivir con él en el Reino de Dios, para siempre. Esto significa, según explicó, que cuando lo aceptamos y fuimos bautizados que la muerte ya no nos podía ganar.
St. Paul explicó que, como cristianos, y por nuestro bautismo, la muerte perdio su fuerza, diciendo:
La muerte ha sido vencida.
¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?
San Pablo dijo mas,
¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó!
Y,
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
Pero, Jesus si ¡resucito!
La muerte ya no tiene el control sobre nosotros despues de nuestro bautismo si no nos hacemos rebeldes a Dios, y seguimos sus mandamientos.
No necesitamos tener miedo de la muerte. Por su Cruz y Resurrección, Jesús venció a la muerte para siempre. Por el Amor de Dios, y por nuestro bautismo, tampoco podemos morir.
Ahora, por supuesto, nuestros cuerpos mueren. Los niños podrán experimentar la muerte de los animales domésticos, o los abuelos, o los amigos y la muerte de los miembros de las familias de sus amigos. ¿Cómo nos preparamos a nuestros hijos a entender la muerte y la vida eterna? Enséñeles acerca de su bautismo!
Enséñeles que el Bautismo es la puerta a la vida eterna y a los sacramentos. La carne va a morir y esta máquina que es nuestro cuerpo se envejecer y pasará, pero que nosotros no podemos morir si abrazamos nuestro Bautismo.
Padres, enseñen a sus hijos a entender su bautismo. Mediante el uso de estos momentos terribles, vulnerables, estos sustos son oportunidades, como momentos de enseñanza; podemos inculcar una mayor fe en nuestros hijos, y fortalecer nuestra propia fe.
Padres, cuando su hijo tiene miedo, abrazanlos y, a continuación, les enseñan acerca de su bautismo en ese momento. Hagan la conexión entre el amor del Padre y su Bautismo contra la muerte eterna.
En el Evangelio aprendemos que Dios no quiere que nos tememos la pobreza o la enfermedad o desventajas. Jesús, el Señor del universo, se puso de rodillas y puso su dedo divino en los oídos del sordomudo. El Rey de Reyes se puso de rodillas, puso «escupida Divina» en el dedo y luego tocó la lengua del hombre con saliva en su dedo, y el hombre estaba completamente curado. Esa historia milagro se nos da para mostrar lo mucho que Jesús nos ama, y el poder que tiene sobre la debilidad humana. Si puede hacer eso, entonces por qué tenemos miedo?
Esto dice el Señor:
“Digan a los de corazón apocado:
‘¡Animo! No teman.
He aquí que su Dios, ….